XI. Alevosía
««Noelle: Buenos días, Adam. Son las nueve de la mañana, es hora de
levantarse a ordenar todo para la reunión con Larssen y los demás. Debes estar
en la estación a las 2 p.m. El menú elegido para el desayuno está en tu
teléfono» - Aquella voz que ya se había hecho familiar iniciaba mi día
recordándome lo que estaba programado.
Luego
de encontrarnos en la estación frente a la corporación, emprendimos un camino
de poco más de una hora sin dirigirnos la palabra. Aunque la tensión ya no era
tan fuerte, el ambiente entre nosotros seguía distando de ser apto para el
diálogo.
Al
llegar, Kay sólo se mostraba visiblemente resignado, y nos dio un corto
recorrido por el lugar, indicando donde estaban los dormitorios, cocina y todo
lo necesario para pasar el día sin problema. Cada uno tenía su propia
habitación, así que no había que compartir ningún espacio si no se quería. Era
una casa amplia pero sin mayor atracción, aunque lo que llamaba la atención era
la carencia de tecnología, pues no había internet, televisión y ni siquiera una
computadora.
Al
terminar, nos quedamos en la sala que estaba junto a la entrada principal. Por
esa puerta ingresó uno de los colaboradores de Kay, quien traía una bolsa de
tela que abrió frente a nosotros. Causaba curiosidad su sorpresiva aparición,
pero en el instante siguiente toda duda fue respondida.
«Kay: Dejen sus teléfonos y los
brazaletes en la bolsa» - sin dar mayor explicación, tuvimos que seguir su
orden sin preguntar nada. La extrema frialdad que emanaba ese hombre no era de
este mundo… - «Pasaremos por ustedes en la mañana. Disfruten» - dijo antes de
salir junto a su acompañante, apartándonos incluso de nuestras IAAC.
Y
ahí estábamos nosotros… no pasaron más de diez segundos antes de que todos nos
dirigiéramos a nuestras habitaciones. Definitivamente no había lugar a nada,
pero ahora estábamos completamente solos. ¿Qué esperaba Larssen de esto?
…
Ya
habían pasado algunas horas desde que estaba encerrado leyendo un pequeño libro
que encontré en ese lugar, y por mi ventana se empezaron a filtrar los colores
del brillante atardecer que se posaba en el horizonte. Decidí no pensar mayor
cosa y salir a la pequeña terraza que había en el segundo piso.
Al
llegar me encontré con la bella imagen de una bufanda floreada meciéndose con
el viento, danzando alegremente junto a unas extensas cintas rosadas que se
sujetaban a un brillante cabello color miel. Era Sarah, quien al notar mi
presencia volteó a ver sorprendida, pero luego de notar que era yo, ignoró todo
por completo y se volteó de nuevo.
«¿Pero
quién se cree?» - por un instante la ira
empezaba a ocuparme, pero el control de mis emociones intervino al recordar las
palabras de Noelle - «¿Lo que soy como humano quiere seguir ensañado en el
enojo y culpar a los demás de todo lo que pasa? No… yo puedo ser más que esto,
y esa será mi forma de mejorar» – pensé.
«Esto,
directora…» - poco a poco me acerqué para poder disculparme por lo sucedido la
última vez que habíamos hablado. Aún no estaba del todo convencido en lo que
hacía, pero sí estaba decidido a intentar algo diferente, y así conocer más de
lo que era - «Quería pedir disculpas por lo que dije antes. No dudo de la
capacidad que tie-»
«No
pasa nada» - respondió con una inesperada amabilidad - «¿Quieres venir? Supongo
que también subiste a ver el atardecer».
Por
un instante mi mente quedó en blanco. ¿A dónde había ido a parar todo mi
esfuerzo? El problema que al inicio parecía inmenso había sido reducido a
cenizas por un par de palabras. “Sus emociones son tan extrañas y cambiantes”
había dicho Noelle la noche anterior, y aunque fuese algo tan obvio,
inconscientemente lo había omitido.
Igual,
me acerqué y estuve junto a ella en silencio mientras veíamos cómo el sol se
ocultaba. Luego de un rato, acordamos bajar para ir a preparar algo para
comer. Al llegar nos encontramos con los demás, quienes a su modo habían
solucionado la discordia que había. Sin decirnos mayor cosa, todos los miembros
del equipo habíamos entendido nuestros errores, y de a poco los vínculos se
reestablecieron, dejando consigo la sensación de que ahora estos lazos eran más
sinceros y fuertes.
Entre
todos preparamos la cena con las cosas que encontramos en la cocina, y pasamos
una larga noche de risas y conversaciones sobre lo tedioso que era el trabajo.
No mencionamos nada de lo sucedido, pero en nuestro interior había quedado
claro que todo era ya parte del pasado. Así fue como alcanzamos las metas que
el Doctor Larssen nos había fijado al inicio de todo este embrollo: “Conócete a
ti mismo” fue lo que cada uno logró al verse inmerso en una situación
inesperada y tensa ante personas que hasta ese punto eran desconocidas,
entendiendo que sólo somos unos niños jugando a ser adultos, y que hay mucho
más de lo que cada uno deja ver a simple vista; “date a conocer” fue el
siguiente paso dado, cuando le mostramos a los demás nuestras reacciones, y
aunque eso desencadenó el mal ambiente que nos terminó alejando, permitió
exhibir eso que tanto ocultábamos, logrando así que el lazo que nos unía se
reforzara un poco más por la transparencia y sinceridad; y “conoce a los demás”
era lo que ahora empezábamos a hacer, y sólo era posible gracias a que todos habíamos
superado los primeros obstáculos».
[…]
Los
chicos estaban sentados en el comedor donde había iniciado la Prueba del
Pasado. Adam yacía solo en uno de los lados de la larga mesa, y frente a él
estaban sus amigos.
«Adam: Me alegra mucho verlos… bien» –
sus animadas palabras cambiaron del todo al ver la extraña imagen que se posaba
frente a él - «¿Sucede algo?» - preguntó. Los demás sólo lo observaban
fijamente sin siquiera parpadear, y aquellas tensas miradas solo ponían
nervioso al joven químico.
Lo
único que se escuchaba en ese lugar eran los latidos de su acelerado corazón y
sus respiraciones irregulares producto del temor que lo abrazaba en ese
instante, y la ansiedad que se apoderaba de su ser hizo que su pecho se llenara
de un fuerte impulso de escapar, pero cuando al fin pudo moverse para huir, un
leve susurro congeló todo su ser.
«???: Pudiste verlos…» - dijo en voz
baja la chica de cabello castaño adornado con cintas rosa.
«Adam: S-Sarah, ¿qué suc-» antes de
poder terminar su pregunta, el gélido aire que se apoderó del ambiente congeló
sus palabras, y lentamente su confusión se transformaba en miedo al ver como se
dibujaba una extraña sombra detrás de sus compañeros.
El
silencio duró poco, pues fue perturbado por el extraño siseo que provenía de
aquella oscuridad, de la que poco a poco se empezaron a asomar dos alargadas
figuras que serpenteaban frente a él.
«???:: Ssss… así que estos pequeños son La Mano…»
«???: Eso… sssss eso parece».
Las voces provenían de las oscuras
serpientes, que con un suave movimiento rodearon los cuerpos de los chicos que
estaban frente a Adam.
«Adam:
Oigan, chicos… ¿qué hacen? – preguntó atemorizado al no entender como
ninguno reaccionaba ante lo que sucedía, y en su lugar solo miraban fijamente a
él - «¿por qué no ven lo que-»
Un rápido movimiento irrumpió sus
palabras, y no fue hasta después de unos segundos que pudo notar lo que acababa
de pasar.
«???:
Tan… sss… frágiles…»
«???:
Sss… Tan débiles…»
«Adam:
A-Andy… Akane… Isaac…» - las silenciosas lágrimas que salieron de sus ojos
trataban de borrar la horrorosa escena que se había dibujado frente a él. Sin
mayor esfuerzo, aquellas sombras habían arrancado la cabeza de cada uno de sus
compañeros, dejando atrás una lluvia de sangre que cubría todo el lugar. Sólo
Sarah seguía ilesa, pero aún con todo lo que sucedía, no dejó de mirar los ojos
carmesí de Adam.
«Sarah:
Pudiste salvarnos…» - le dijo a su
amigo.
El cuerpo de Adam se preparó
impulsivamente para abalanzarse sobre ella e intentar rescatarla, pero antes de
poder levantarse, la mirada de la chica de cintas rosas había desaparecido.
«Adam… oye, Adam…» - a lo lejos se
escuchaba una voz familiar que con angustia lo llamaba, pero el chico había
quedado petrificado ante lo que acababa de ver - «¡¡Adam, despierta!!»
[…]
La tenue luz que entraba al lugar
deslumbró por un instante sus ojos, que se habían abierto de golpe ante aquel grito.
El sudor corría por todo su cuerpo y su respiración mostraba lo agitado y
angustiado que estaba.
«Adam:
No-Noelle…»
«Noelle:
Al fin despiertas» - respondió preocupada - «Tu ritmo cardiaco se aceleró
en un segundo y todos tus signos vitales empezaron a alterarse. ¿Estás bien?»
Lentamente se sentó en la cama y empezó
a observar todo a su alrededor. Aún tenía muy viva la imagen de sus compañeros
decapitados, pero poco a poco retomaba la calma, al tiempo que entendía que
nada había sido real.
«Adam:
Solo… fue una pesadilla, no es nada» - contestó en voz baja.
Habían pasado un par de horas desde que
Alzir había acompañado a los chicos de regreso a sus habitaciones. En sus
rostros se reflejó el cansancio por lo vivido en las pruebas de la mañana, y
los vestigios de esto aún rondaban en la mente de Adam, quien incluso en sus
sueños se había visto agobiado por todo.
«Adam:
¿Cuánto tiempo dormí?»
«Noelle:
Llevas casi tres horas en cama».
«Adam:
Ya veo…» - dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta - «Creo
que iré a ver a-»
«Noelle:
¡Espera! ¿Ya olvidaste lo que dijo el mago?»
Se detuvo frente a la salida de su habitación
y lentamente empezó a recordar - «Descansen y no salgan de sus habitaciones por
ningún motivo. En la hora del ocaso
vendré a despertarlos. Los señores regresan para cenar con ustedes, así que
espero que todo esté en orden para esa hora» -
Eso había sido lo dicho por Alzir antes de que cada uno entrara a su
cuarto.
«Adam:
¿Cuál es la hora del ocaso en este lugar?»
«Noelle:
El tiempo aquí es medido de manera
similar a la que conocemos, y haciendo la proyección usando la curva que la
sombra ha tomado, se deduce que dicha hora es entre las 6:30 y 6:45 pm. Por las
condiciones climáticas y atmosféricas analizadas, se puede decir que este lugar
también está pasando por una estación similar al verano que conocemos, aunque
la sensación térmica y la humedad es baja en comparación a la que solemos
enfrentar en casa»
«Adam:
¿Y qué hora se supone que es?»
«Noelle:
Son las 6 pm» - en ese instante, los cristales alrededor de la habitación
empezaron a encenderse, y con una suave iluminación acompañaron el final de la
luz del día - «Bueno, no queda mucho para que regresen a despertarlos».
«Adam:
Aún queda un rato… pasaron muchas cosas antes y quiero que me ayudes a
sobrellevar toda esa carga» - regresó a la cama luego de echarse un poco de
agua en la cara - «La prueba de la mañana, ¿pudiste ver algo de lo que pasó?»
«Noelle:
¿Prueba?» - contestó dudosa - «Luego de que todos se desmayaran, sólo
estuve observando tu estado en general, pero no vi nada más».
«Adam:
Lo supuse» - susurró - «Realmente fue algo muy extraño».
«Noelle:
¿A qué te refieres?»
«Adam:
Tuve que revivir una conversación llena de emociones algo nocivas, pero
esta vez tuvieron un final diferente…» - se quedó en silencio mientras miraba a
la nada, pensando en el cambio que había sufrido su mentalidad.
«Noelle:
¿Un final diferente?»
«Adam:
No es nada» - dijo antes de dejar salir una corta risa con la que buscaba
ocultar la vergüenza que le causaba el recordar sus pensamientos sobre su relación
con Sarah durante la prueba - «El punto importante es que tuve una conversación
bastante rara con Alzir»
Adam le contó a su asistente cada
detalle de lo dicho por el viejo mago, y de la explicación que le dio sobre lo
que sucedía con sus ojos.
«Noelle:
Debes ser cuidadoso al usarlos» - dijo con preocupación - «No hay mucho que
yo pueda hacer, así que observaré con mucho detalle cualquier mínima variación
que pueda sufrir tu cuerpo» - añadió mientras proyectaba su imagen desde el
brazalete de la IAAC.
«Adam:
Me sorprende que una entidad tan lógica como tú no cuestione nada de lo que
sucede, tanta fantasía distante de nuestra realidad».
«Noelle:
¿Ah?» - su holográfica expresión cambió de inmediato, y durante un momento
se quedó inmóvil y en silencio antes de continuar - «Tienes razón, no debería
tomar tan normal lo que dices, pero por alguna razón todo me suena muy
razonable, como si fuera información relacionada con mi banco de datos… con mis
recuerdos».
«Adam:
¿Recuerdos? ¿Cómo es posible que ella hable de este modo?» - pensó.
«Noelle:
No sé qué sucede, pero… desde que llegamos a este lugar, he desarrollado
algunas funciones extrañas, y todo en este mundo me resulta cada vez más…
familiar».
El esperado llamado a la puerta
irrumpió la conversación, acompañado de la envejecida y conocida voz.
«Alzir:
¡Ya es hora de despertar!» - repetía en voz alta mientras golpeaba la
entrada de las demás habitaciones - «¡Tienen treinta minutos para ordenar todo
y salir!»
«Noelle:
Cuídate» - fue lo único que dijo antes de desaparecer.
«¿A qué se referiría con que este lugar
le resulta familiar?» - pensó Adam. La actitud confusa de Noelle le había
dejado una pequeña pero incómoda espina de curiosidad clavada en el pecho, y
desde ese momento no pudo dejar de pensar en eso.
[…]
Alzir regresó a la hora que indicó, y
su nuevo llamado hizo que uno a uno fueran saliendo de sus habitaciones. Sólo
se miraron y no se dirigieron palabra alguna durante el camino hasta el salón del
comedor, pero en sus rostros se podía notar la renovación de sus existencias, y
la firmeza que sus lazos habían adquirido. Aquel cambio en su forma de ser les
abría un nuevo panorama, al cual se enfrentarían sin temor mientras estuvieran
juntos, pues era eso lo que consolidaba su confianza en ellos mismos.
«???:
Oh, se ven algo… diferentes» - una delicada voz se escuchó venir desde el
otro borde del largo comedor.
Pólux, la bella mujer que gobernaba la
región de Gémini junto a su hermano, los esperaba paciente en la gran sala, y
tras ella estaba parada Alhena, su sacerdotisa. Sin embargo, su vívida y
refinada expresión carecía de brillo en esta ocasión, lo que Alzir pudo notar
de inmediato, y lo expresó en un sutil gesto de duda al verla así.
«Alzir:
Mi señora, los cinco jóvenes ha superado satisfactoriamente la prueba inicial» –
dijo con firmeza, para ocultar el malestar que le generaba la situación.
«Pólux:
Buena noticia» - respondió con un tono que no emitía ningún sentimiento, acompañado
de una expresión neutra carente de emoción alguna - «Por cierto, lamento que mi
hermano no esté presente, pero tuvimos un día algo complejo y él prefirió ir a
descansar».
Alzir seguía observando con extrañeza
lo que pasaba, pero la fija mirada de Alhena se había posado sobre él, lo que
era una clara señal de que era mejor no decir nada por el momento. Por su
parte, la sacerdotisa sólo sonreía con naturalidad mientras se apoyaba sobre el
espaldar del asiento en que estaba Pólux.
«Alhena:
Por favor, pasen a sentarse» -
dijo amablemente.
Todos pasaron a los lugares libres del
comedor, y cuando ya todos estaban sentados, la puerta de la parte posterior
del salón se abrió, dando paso a otra extraña situación. A diferencia de las anteriores ocasiones
donde solía presentarse un numeroso grupo de siervos, esta vez sólo apareció
uno de esas extrañas personas que se encargaban de servir la mesa en cada
comida, y no había rastro alguno de sus pequeños compañeros.
Luego de varias idas y venidas, logró
ubicar todos los platos y se dirigió de nuevo a la puerta por la que ingresó,
pero antes de retirarse, su expresión se llenó de temor cuando se detuvo junto
a Alhena, quien sólo le sonrió con serenidad y le dio un par de toques suaves
en la cabeza.
«Pólux:
Espero que disfruten el banquete de hoy» - aquellas palabras se sintieron
vacías, y carecían del ímpetu característico de la poderosa mujer.
Alhena seguía mirando detenidamente a
los envejecidos ojos de Alzir, haciendo más tensa y pesada la ya rígida
atmósfera del lugar. Sin embargo, ninguno de los chicos había notado lo que
sucedía, y sin pensarlo mucho, procedieron a tomar algunos de los alimentos que
estaban frente a ellos. Aunque ya se veían más tranquilos, seguían dispersos
entre las mil emociones que habían vivido unas horas antes, lo que hasta el
momento los mantenía distraídos y sin sentir la situación que se desarrollaba
entre líneas frente a ellos.
«Isaac:
Deberían probar esto» - le decía a sus compañeros mientras comía algo que
se asemejaba a una manzana. Sólo las chicas siguieron su consejo y tomaron
algunos de esos rojos frutos.
Adam, que aún seguía con su mente
sumergida en la conversación que había tenido con Noelle, ignoró lo que hacían
los demás, y continuaba sentado mirando al vacío, hasta que un extraño sonido
arrastró su conciencia de nuevo a la realidad.
Desde el fondo del largo pasillo que
daba acceso al comedor se escuchó el eco de los firmes pasos que le daban ritmo
a una resonante orquesta de metales que anunciaban un inesperado regreso. De
inmediato, la mirada de todos se posó en aquella entrada, expectantes por lo
que iba a aparecer.
«???:
¿Hay alguien? Escuché que hablaban por aq-» - la grave y profunda voz
provenía de un hombre que se encontraba al interior de una alta y robusta
armadura plateada que brillaba con el color azul de su larga capa adornada con
el símbolo de Gémini. Sus palabras se detuvieron de golpe cuando entró al
comedor, y el silencio se tomó el tenso lugar por un momento antes de que el
desconocido agachara su cabeza y se hincara sobre su rodilla derecha, chocando
las piezas de su armadura contra el suelo, entonando de nuevo un estruendoso
ruido - «Me avergüenzo y me disculpo por interrumpir su cena, mi señora. Espero
que sepa que en ningún momento he tenido la intención de causarle molestia
alguna».
Al no recibir ninguna respuesta,
levantó su mirada oculta tras el gran casco y observó cómo la expresión de
Pólux se veía neutra y vacía, lo cual era demasiado extraño para él, pero antes
de poder decir algo sobre eso, la fría y violenta mirada de Alhena lo había
fijado como objetivo, lo que absorbió toda la atención de aquel hombre.
«Alhena:
Me sorprende que hayas regresado tan pronto, Mekb» - su voz reflejaba
el enojo que era notorio en su rostro a simple vista - «Pensé que tardarías más
en volver de Aquarii».
Mekb se disponía a responder mientras se
levantaba, pero antes de poder hacerlo, el sonido de una copa que acababa de
caer al suelo detuvo su impulso. De inmediato, todos observaron hacia el origen
del ruido, y se encontraron con algo inesperado.
«Alzir:
Joven Priddy, ¿qué sucede?» - le preguntó a Isaac con preocupación al ver
cómo su cuerpo se movía con violencia y sus ojos se llenaban de desesperación,
para luego dar paso a una quietud que indicaba su pérdida de conocimiento.
«Akane:
A-Ayuda-» - junto a Isaac, sus otras
compañeras empezaron a desvanecerse una a una sobre el comedor.
La mente ausente de Adam lo había
mantenido al margen de la situación, pero ahora su realidad lo forzaba a
observar la confusión que se vivía en ese instante. Sin explicación alguna, sus
amigos yacían desmayados sobre su comida, y nadie se acercaba o hacía algo por
ayudarlos.
«Adam:
Chicos… Alzir, ¿qué es lo que p-» - lo último que pudo ver fue una pequeña
mariposa blanca que se dirigía hacia su rostro, antes de que el mago lo
sujetara del brazo y lo hiciera caer de su silla.
«Alhena:
Tienes buenos reflejos para estar tan viejo» - le dijo a Alzir, quien en un
parpadeo había tomado a cada uno de los chicos y los había apartado del
comedor, dejándolos a la entrada junto a Mekb.
«Alzir:
¿Todo esto es obra tuya?» - le preguntó mientras tomaba su báculo y se
acercaba de nuevo a la mesa - «¿Qué es lo que pretendes conseguir con esto?»
«Alhena:
¿Qué pretendo? ¡Ja!, sólo quiero llevarle La
Mano a quien le dará un buen uso» - respondió entre risas, pero su semblante
cambió en un segundo, y ahora sólo expresaba su frío deseo de sangre - «Simplemente
no esperaba que el idiota de Mekb y tú significaran algún problema, pero como
ahora lo son, no queda más que eliminarlos».
El número de mariposas que la rodeaban
aumentó súbitamente, y estas se separaron en dos grupos que formaron un extraño
portal en forma de círculo, del que salieron dos rostros ya conocidos
«???:
Nos volvemos a ver, estúpido mago» - aquel cabello naranja se reflejaba en
la brillante hoja de su hoz.
«Alzir:
Elvashak… ¿así que la incursión anterior también era parte de tu plan?» -
le preguntó a la sacerdotisa.
«Alhena:
Oh, no no, esa fue una pequeña falla en nuestra coordinación, producto de la
impaciencia de estas mujeres, pero esta vez todo es más ordenado».
«Elvashak:
Así es, anciano. Esta vez no tendrás
a tus tontos señores para defenderte, porque ahora son nuestros».
Sus palabras le dieron un poco de
sentido al estado en que se encontraba Pólux, y la misteriosa ausencia de
Cástor en el lugar.
Alzir retrocedió y se paró junto a Mekb
y los demás. Desde ahí sólo observaba con calma el panorama en busca de una
brecha que les permitiera escapar, pero tras ellos, y sin que nadie lo notara,
se había ubicado Miria, la subordinada de Elvashak, cortando así el paso hacia
la salida
«Mekb:
¿Qué hace la gente de Cancri
aquí?» - le preguntó en voz baja al mago.
«Alzir:
No lo sé bien, pero esto, joven paladín, no es más que un sucio acto de
traición».
«Alhena:
Ah sí, lo había olvidado… Tus queridos señores son inútiles por ahora, ¿o
no ves a esta tonta?» - dijo mientras le acariciaba el cabello a Pólux - «Pero
en unos minutos podrían pasar a ser tus enemigos, así que puedes entregarme a
los niños sin oponer ninguna resistencia, y les puedo garantizar una muerte rápida
y tranquila a todos».
El aire del lugar empezó a enfriarse, y
en un instante todo se sentía como una oscura noche de invierno.
«Mekb:
Sólo hay una cosa que no puedo tolerar, y es el irrespeto a mi señora» - el
vaho que salía por los agujeros de su casco reflejaban la gélida atmósfera que
emanaba de su cuerpo.
«Alhena:
Oh… olvidaba que eras el perrito fald-» - El veloz corte que sufrió el
viento estuvo acompañado por un corto silbido que reflejaba la velocidad con la
que una larga lanza de hielo había fijado su rumbo directo hacia el rostro de
Alhena, pero que ahora sólo estaba clavada en la pared tras ella. En un
parpadeo, la humanidad de la sacerdotisa se había transformado en un inmenso bivaque
de mariposas blancas y naranjas que volaban con intensidad alrededor de todo el
salón. Su perversa risa resonaba entre la infinidad de aleteos, y lentamente
todas se reunieron de nuevo en el mismo lugar en que antes estaban, detrás de
la silla de Pólux, para darle forma a la bella mujer de capa verde que las
controlaba.
«Alhena:
Parece que mi oferta no ha sido de su total agrado, y en su lugar han
elegido sufrir antes de abandonar este mundo» - dijo mientras las mariposas formaban un hermoso báculo plateado que con su brillo anunciaba el inicio de la batalla - «Elvashak, Miria, vayan por los
niños… yo me encargo de estos dos…»
…