martes, 15 de diciembre de 2020

Alevosía

XI. Alevosía


««Noelle: Buenos días, Adam.  Son las nueve de la mañana, es hora de levantarse a ordenar todo para la reunión con Larssen y los demás. Debes estar en la estación a las 2 p.m. El menú elegido para el desayuno está en tu teléfono» - Aquella voz que ya se había hecho familiar iniciaba mi día recordándome lo que estaba programado.

 

Luego de encontrarnos en la estación frente a la corporación, emprendimos un camino de poco más de una hora sin dirigirnos la palabra. Aunque la tensión ya no era tan fuerte, el ambiente entre nosotros seguía distando de ser apto para el diálogo.

 

Al llegar, Kay sólo se mostraba visiblemente resignado, y nos dio un corto recorrido por el lugar, indicando donde estaban los dormitorios, cocina y todo lo necesario para pasar el día sin problema. Cada uno tenía su propia habitación, así que no había que compartir ningún espacio si no se quería. Era una casa amplia pero sin mayor atracción, aunque lo que llamaba la atención era la carencia de tecnología, pues no había internet, televisión y ni siquiera una computadora.

 

Al terminar, nos quedamos en la sala que estaba junto a la entrada principal. Por esa puerta ingresó uno de los colaboradores de Kay, quien traía una bolsa de tela que abrió frente a nosotros. Causaba curiosidad su sorpresiva aparición, pero en el instante siguiente toda duda fue respondida.

 

«Kay: Dejen sus teléfonos y los brazaletes en la bolsa» - sin dar mayor explicación, tuvimos que seguir su orden sin preguntar nada. La extrema frialdad que emanaba ese hombre no era de este mundo… - «Pasaremos por ustedes en la mañana. Disfruten» - dijo antes de salir junto a su acompañante, apartándonos incluso de nuestras IAAC.

 

Y ahí estábamos nosotros… no pasaron más de diez segundos antes de que todos nos dirigiéramos a nuestras habitaciones. Definitivamente no había lugar a nada, pero ahora estábamos completamente solos. ¿Qué esperaba Larssen de esto?

 

 

Ya habían pasado algunas horas desde que estaba encerrado leyendo un pequeño libro que encontré en ese lugar, y por mi ventana se empezaron a filtrar los colores del brillante atardecer que se posaba en el horizonte. Decidí no pensar mayor cosa y salir a la pequeña terraza que había en el segundo piso.

 

Al llegar me encontré con la bella imagen de una bufanda floreada meciéndose con el viento, danzando alegremente junto a unas extensas cintas rosadas que se sujetaban a un brillante cabello color miel. Era Sarah, quien al notar mi presencia volteó a ver sorprendida, pero luego de notar que era yo, ignoró todo por completo y se volteó de nuevo.

 

«¿Pero quién se cree?»  - por un instante la ira empezaba a ocuparme, pero el control de mis emociones intervino al recordar las palabras de Noelle - «¿Lo que soy como humano quiere seguir ensañado en el enojo y culpar a los demás de todo lo que pasa? No… yo puedo ser más que esto, y esa será mi forma de mejorar» – pensé.

 

«Esto, directora…» - poco a poco me acerqué para poder disculparme por lo sucedido la última vez que habíamos hablado. Aún no estaba del todo convencido en lo que hacía, pero sí estaba decidido a intentar algo diferente, y así conocer más de lo que era - «Quería pedir disculpas por lo que dije antes. No dudo de la capacidad que tie-»

 

«No pasa nada» - respondió con una inesperada amabilidad - «¿Quieres venir? Supongo que también subiste a ver el atardecer».

 

Por un instante mi mente quedó en blanco. ¿A dónde había ido a parar todo mi esfuerzo? El problema que al inicio parecía inmenso había sido reducido a cenizas por un par de palabras. “Sus emociones son tan extrañas y cambiantes” había dicho Noelle la noche anterior, y aunque fuese algo tan obvio, inconscientemente lo había omitido.

 

Igual, me acerqué y estuve junto a ella en silencio mientras veíamos cómo el sol se ocultaba. Luego de un rato, acordamos bajar para ir a preparar algo para comer. Al llegar nos encontramos con los demás, quienes a su modo habían solucionado la discordia que había. Sin decirnos mayor cosa, todos los miembros del equipo habíamos entendido nuestros errores, y de a poco los vínculos se reestablecieron, dejando consigo la sensación de que ahora estos lazos eran más sinceros y fuertes.

 

Entre todos preparamos la cena con las cosas que encontramos en la cocina, y pasamos una larga noche de risas y conversaciones sobre lo tedioso que era el trabajo. No mencionamos nada de lo sucedido, pero en nuestro interior había quedado claro que todo era ya parte del pasado. Así fue como alcanzamos las metas que el Doctor Larssen nos había fijado al inicio de todo este embrollo: “Conócete a ti mismo” fue lo que cada uno logró al verse inmerso en una situación inesperada y tensa ante personas que hasta ese punto eran desconocidas, entendiendo que sólo somos unos niños jugando a ser adultos, y que hay mucho más de lo que cada uno deja ver a simple vista; “date a conocer” fue el siguiente paso dado, cuando le mostramos a los demás nuestras reacciones, y aunque eso desencadenó el mal ambiente que nos terminó alejando, permitió exhibir eso que tanto ocultábamos, logrando así que el lazo que nos unía se reforzara un poco más por la transparencia y sinceridad; y “conoce a los demás” era lo que ahora empezábamos a hacer, y sólo era posible gracias a que todos habíamos superado los primeros obstáculos».

 

[…]

 

Los chicos estaban sentados en el comedor donde había iniciado la Prueba del Pasado. Adam yacía solo en uno de los lados de la larga mesa, y frente a él estaban sus amigos.

 

«Adam: Me alegra mucho verlos… bien» – sus animadas palabras cambiaron del todo al ver la extraña imagen que se posaba frente a él - «¿Sucede algo?» - preguntó. Los demás sólo lo observaban fijamente sin siquiera parpadear, y aquellas tensas miradas solo ponían nervioso al joven químico.

 

Lo único que se escuchaba en ese lugar eran los latidos de su acelerado corazón y sus respiraciones irregulares producto del temor que lo abrazaba en ese instante, y la ansiedad que se apoderaba de su ser hizo que su pecho se llenara de un fuerte impulso de escapar, pero cuando al fin pudo moverse para huir, un leve susurro congeló todo su ser.

 

«???: Pudiste verlos…» - dijo en voz baja la chica de cabello castaño adornado con cintas rosa.

 

«Adam: S-Sarah, ¿qué suc-» antes de poder terminar su pregunta, el gélido aire que se apoderó del ambiente congeló sus palabras, y lentamente su confusión se transformaba en miedo al ver como se dibujaba una extraña sombra detrás de sus compañeros.

 

El silencio duró poco, pues fue perturbado por el extraño siseo que provenía de aquella oscuridad, de la que poco a poco se empezaron a asomar dos alargadas figuras que serpenteaban frente a él.

 

«???:: Ssss… así que estos pequeños son La Mano…»

 

«???: Eso… sssss eso parece».

 

Las voces provenían de las oscuras serpientes, que con un suave movimiento rodearon los cuerpos de los chicos que estaban frente a Adam.

 

«Adam: Oigan, chicos… ¿qué hacen? – preguntó atemorizado al no entender como ninguno reaccionaba ante lo que sucedía, y en su lugar solo miraban fijamente a él - «¿por qué no ven lo que-»

 

Un rápido movimiento irrumpió sus palabras, y no fue hasta después de unos segundos que pudo notar lo que acababa de pasar.

 

«???: Tan… sss… frágiles…»

 

«???: Sss… Tan débiles…»

 

«Adam: A-Andy… Akane… Isaac…» - las silenciosas lágrimas que salieron de sus ojos trataban de borrar la horrorosa escena que se había dibujado frente a él. Sin mayor esfuerzo, aquellas sombras habían arrancado la cabeza de cada uno de sus compañeros, dejando atrás una lluvia de sangre que cubría todo el lugar. Sólo Sarah seguía ilesa, pero aún con todo lo que sucedía, no dejó de mirar los ojos carmesí de Adam.

 

«Sarah:  Pudiste salvarnos…» - le dijo a su amigo.

 

El cuerpo de Adam se preparó impulsivamente para abalanzarse sobre ella e intentar rescatarla, pero antes de poder levantarse, la mirada de la chica de cintas rosas había desaparecido.

 

«Adam… oye, Adam…» - a lo lejos se escuchaba una voz familiar que con angustia lo llamaba, pero el chico había quedado petrificado ante lo que acababa de ver - «¡¡Adam, despierta!!»

 

[…]

 

La tenue luz que entraba al lugar deslumbró por un instante sus ojos, que se habían abierto de golpe ante aquel grito. El sudor corría por todo su cuerpo y su respiración mostraba lo agitado y angustiado que estaba.

 

«Adam: No-Noelle…»

 

«Noelle: Al fin despiertas» - respondió preocupada - «Tu ritmo cardiaco se aceleró en un segundo y todos tus signos vitales empezaron a alterarse. ¿Estás bien?»

 

Lentamente se sentó en la cama y empezó a observar todo a su alrededor. Aún tenía muy viva la imagen de sus compañeros decapitados, pero poco a poco retomaba la calma, al tiempo que entendía que nada había sido real.

 

«Adam: Solo… fue una pesadilla, no es nada» - contestó en voz baja.

 

Habían pasado un par de horas desde que Alzir había acompañado a los chicos de regreso a sus habitaciones. En sus rostros se reflejó el cansancio por lo vivido en las pruebas de la mañana, y los vestigios de esto aún rondaban en la mente de Adam, quien incluso en sus sueños se había visto agobiado por todo.

 

«Adam: ¿Cuánto tiempo dormí?»

 

«Noelle: Llevas casi tres horas en cama».

 

«Adam: Ya veo…» - dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta - «Creo que iré a ver a-»

 

«Noelle: ¡Espera! ¿Ya olvidaste lo que dijo el mago?»

 

Se detuvo frente a la salida de su habitación y lentamente empezó a recordar - «Descansen y no salgan de sus habitaciones por ningún motivo. En la hora del ocaso vendré a despertarlos. Los señores regresan para cenar con ustedes, así que espero que todo esté en orden para esa hora» -  Eso había sido lo dicho por Alzir antes de que cada uno entrara a su cuarto.

 

«Adam: ¿Cuál es la hora del ocaso en este lugar?»

 

«Noelle: El tiempo aquí es  medido de manera similar a la que conocemos, y haciendo la proyección usando la curva que la sombra ha tomado, se deduce que dicha hora es entre las 6:30 y 6:45 pm. Por las condiciones climáticas y atmosféricas analizadas, se puede decir que este lugar también está pasando por una estación similar al verano que conocemos, aunque la sensación térmica y la humedad es baja en comparación a la que solemos enfrentar en casa»

 

«Adam: ¿Y qué hora se supone que es?»

 

«Noelle: Son las 6 pm» - en ese instante, los cristales alrededor de la habitación empezaron a encenderse, y con una suave iluminación acompañaron el final de la luz del día - «Bueno, no queda mucho para que regresen a despertarlos».

 

«Adam: Aún queda un rato… pasaron muchas cosas antes y quiero que me ayudes a sobrellevar toda esa carga» - regresó a la cama luego de echarse un poco de agua en la cara - «La prueba de la mañana, ¿pudiste ver algo de lo que pasó?»  

 

«Noelle: ¿Prueba?» - contestó dudosa - «Luego de que todos se desmayaran, sólo estuve observando tu estado en general, pero no vi nada más».

 

«Adam: Lo supuse» - susurró - «Realmente fue algo muy extraño».

 

«Noelle: ¿A qué te refieres?»

 

«Adam: Tuve que revivir una conversación llena de emociones algo nocivas, pero esta vez tuvieron un final diferente…» - se quedó en silencio mientras miraba a la nada, pensando en el cambio que había sufrido su mentalidad.

 

«Noelle: ¿Un final diferente?»

 

«Adam: No es nada» - dijo antes de dejar salir una corta risa con la que buscaba ocultar la vergüenza que le causaba el recordar sus pensamientos sobre su relación con Sarah durante la prueba - «El punto importante es que tuve una conversación bastante rara con Alzir»

 

Adam le contó a su asistente cada detalle de lo dicho por el viejo mago, y de la explicación que le dio sobre lo que sucedía con sus ojos.

 

«Noelle: Debes ser cuidadoso al usarlos» - dijo con preocupación - «No hay mucho que yo pueda hacer, así que observaré con mucho detalle cualquier mínima variación que pueda sufrir tu cuerpo» - añadió mientras proyectaba su imagen desde el brazalete de la IAAC.

 

«Adam: Me sorprende que una entidad tan lógica como tú no cuestione nada de lo que sucede, tanta fantasía distante de nuestra realidad».

 

«Noelle: ¿Ah?» - su holográfica expresión cambió de inmediato, y durante un momento se quedó inmóvil y en silencio antes de continuar - «Tienes razón, no debería tomar tan normal lo que dices, pero por alguna razón todo me suena muy razonable, como si fuera información relacionada con mi banco de datos… con mis recuerdos».

 

«Adam: ¿Recuerdos? ¿Cómo es posible que ella hable de este modo?» - pensó.

 

«Noelle: No sé qué sucede, pero… desde que llegamos a este lugar, he desarrollado algunas funciones extrañas, y todo en este mundo me resulta cada vez más… familiar».

 

El esperado llamado a la puerta irrumpió la conversación, acompañado de la envejecida y conocida voz.

 

«Alzir: ¡Ya es hora de despertar!» - repetía en voz alta mientras golpeaba la entrada de las demás habitaciones - «¡Tienen treinta minutos para ordenar todo y salir!»

 

«Noelle: Cuídate» - fue lo único que dijo antes de desaparecer.

 

«¿A qué se referiría con que este lugar le resulta familiar?» - pensó Adam. La actitud confusa de Noelle le había dejado una pequeña pero incómoda espina de curiosidad clavada en el pecho, y desde ese momento no pudo dejar de pensar en eso.

 

[…]

 

Alzir regresó a la hora que indicó, y su nuevo llamado hizo que uno a uno fueran saliendo de sus habitaciones. Sólo se miraron y no se dirigieron palabra alguna durante el camino hasta el salón del comedor, pero en sus rostros se podía notar la renovación de sus existencias, y la firmeza que sus lazos habían adquirido. Aquel cambio en su forma de ser les abría un nuevo panorama, al cual se enfrentarían sin temor mientras estuvieran juntos, pues era eso lo que consolidaba su confianza en ellos mismos.

 

«???: Oh, se ven algo… diferentes» - una delicada voz se escuchó venir desde el otro borde del largo comedor.

 

Pólux, la bella mujer que gobernaba la región de Gémini junto a su hermano, los esperaba paciente en la gran sala, y tras ella estaba parada Alhena, su sacerdotisa. Sin embargo, su vívida y refinada expresión carecía de brillo en esta ocasión, lo que Alzir pudo notar de inmediato, y lo expresó en un sutil gesto de duda al verla así.

 

«Alzir: Mi señora, los cinco jóvenes ha superado satisfactoriamente la prueba inicial» – dijo con firmeza, para ocultar el malestar que le generaba la situación.

 

«Pólux: Buena noticia» - respondió con un tono que no emitía ningún sentimiento, acompañado de una expresión neutra carente de emoción alguna - «Por cierto, lamento que mi hermano no esté presente, pero tuvimos un día algo complejo y él prefirió ir a descansar».

 

Alzir seguía observando con extrañeza lo que pasaba, pero la fija mirada de Alhena se había posado sobre él, lo que era una clara señal de que era mejor no decir nada por el momento. Por su parte, la sacerdotisa sólo sonreía con naturalidad mientras se apoyaba sobre el espaldar del asiento en que estaba Pólux.

 

«Alhena: Por favor, pasen a sentarse» - dijo amablemente.

 

Todos pasaron a los lugares libres del comedor, y cuando ya todos estaban sentados, la puerta de la parte posterior del salón se abrió, dando paso a otra extraña situación.  A diferencia de las anteriores ocasiones donde solía presentarse un numeroso grupo de siervos, esta vez sólo apareció uno de esas extrañas personas que se encargaban de servir la mesa en cada comida, y no había rastro alguno de sus pequeños compañeros.

 

Luego de varias idas y venidas, logró ubicar todos los platos y se dirigió de nuevo a la puerta por la que ingresó, pero antes de retirarse, su expresión se llenó de temor cuando se detuvo junto a Alhena, quien sólo le sonrió con serenidad y le dio un par de toques suaves en la cabeza.

 

«Pólux: Espero que disfruten el banquete de hoy» - aquellas palabras se sintieron vacías, y carecían del ímpetu característico de la poderosa mujer.

 

Alhena seguía mirando detenidamente a los envejecidos ojos de Alzir, haciendo más tensa y pesada la ya rígida atmósfera del lugar. Sin embargo, ninguno de los chicos había notado lo que sucedía, y sin pensarlo mucho, procedieron a tomar algunos de los alimentos que estaban frente a ellos. Aunque ya se veían más tranquilos, seguían dispersos entre las mil emociones que habían vivido unas horas antes, lo que hasta el momento los mantenía distraídos y sin sentir la situación que se desarrollaba entre líneas frente a ellos.

 

«Isaac: Deberían probar esto» - le decía a sus compañeros mientras comía algo que se asemejaba a una manzana. Sólo las chicas siguieron su consejo y tomaron algunos de esos rojos frutos.

 

Adam, que aún seguía con su mente sumergida en la conversación que había tenido con Noelle, ignoró lo que hacían los demás, y continuaba sentado mirando al vacío, hasta que un extraño sonido arrastró su conciencia de nuevo a la realidad.

 

Desde el fondo del largo pasillo que daba acceso al comedor se escuchó el eco de los firmes pasos que le daban ritmo a una resonante orquesta de metales que anunciaban un inesperado regreso. De inmediato, la mirada de todos se posó en aquella entrada, expectantes por lo que iba a aparecer.

 

«???: ¿Hay alguien? Escuché que hablaban por aq-» - la grave y profunda voz provenía de un hombre que se encontraba al interior de una alta y robusta armadura plateada que brillaba con el color azul de su larga capa adornada con el símbolo de Gémini. Sus palabras se detuvieron de golpe cuando entró al comedor, y el silencio se tomó el tenso lugar por un momento antes de que el desconocido agachara su cabeza y se hincara sobre su rodilla derecha, chocando las piezas de su armadura contra el suelo, entonando de nuevo un estruendoso ruido - «Me avergüenzo y me disculpo por interrumpir su cena, mi señora. Espero que sepa que en ningún momento he tenido la intención de causarle molestia alguna».

 

Al no recibir ninguna respuesta, levantó su mirada oculta tras el gran casco y observó cómo la expresión de Pólux se veía neutra y vacía, lo cual era demasiado extraño para él, pero antes de poder decir algo sobre eso, la fría y violenta mirada de Alhena lo había fijado como objetivo, lo que absorbió toda la atención de aquel hombre.

 

«Alhena: Me sorprende que hayas regresado tan pronto, Mekb» - su voz reflejaba el enojo que era notorio en su rostro a simple vista - «Pensé que tardarías más en volver de Aquarii».

 

Mekb se disponía a responder mientras se levantaba, pero antes de poder hacerlo, el sonido de una copa que acababa de caer al suelo detuvo su impulso. De inmediato, todos observaron hacia el origen del ruido, y se encontraron con algo inesperado.

 

«Alzir: Joven Priddy, ¿qué sucede?» - le preguntó a Isaac con preocupación al ver cómo su cuerpo se movía con violencia y sus ojos se llenaban de desesperación, para luego dar paso a una quietud que indicaba su pérdida de conocimiento.

 

«Akane: A-Ayuda-» - junto a  Isaac, sus otras compañeras empezaron a desvanecerse una a una sobre el comedor.

 

La mente ausente de Adam lo había mantenido al margen de la situación, pero ahora su realidad lo forzaba a observar la confusión que se vivía en ese instante. Sin explicación alguna, sus amigos yacían desmayados sobre su comida, y nadie se acercaba o hacía algo por ayudarlos.

 

«Adam: Chicos… Alzir, ¿qué es lo que p-» - lo último que pudo ver fue una pequeña mariposa blanca que se dirigía hacia su rostro, antes de que el mago lo sujetara del brazo y lo hiciera caer de su silla.

 

«Alhena: Tienes buenos reflejos para estar tan viejo» - le dijo a Alzir, quien en un parpadeo había tomado a cada uno de los chicos y los había apartado del comedor, dejándolos a la entrada junto a Mekb.

 

«Alzir: ¿Todo esto es obra tuya?» - le preguntó mientras tomaba su báculo y se acercaba de nuevo a la mesa - «¿Qué es lo que pretendes conseguir con esto?»

 

«Alhena: ¿Qué pretendo? ¡Ja!, sólo quiero llevarle La Mano a quien le dará un buen uso» - respondió entre risas, pero su semblante cambió en un segundo, y ahora sólo expresaba su frío deseo de sangre - «Simplemente no esperaba que el idiota de Mekb y tú significaran algún problema, pero como ahora lo son, no queda más que eliminarlos».

 

El número de mariposas que la rodeaban aumentó súbitamente, y estas se separaron en dos grupos que formaron un extraño portal en forma de círculo, del que salieron dos rostros ya conocidos

 

«???: Nos volvemos a ver, estúpido mago» - aquel cabello naranja se reflejaba en la brillante hoja de su hoz.

 

«Alzir: Elvashak… ¿así que la incursión anterior también era parte de tu plan?» - le preguntó a la sacerdotisa.

 

«Alhena: Oh, no no, esa fue una pequeña falla en nuestra coordinación, producto de la impaciencia de estas mujeres, pero esta vez todo es más ordenado».

 

«Elvashak:  Así es, anciano. Esta vez no tendrás a tus tontos señores para defenderte, porque ahora son nuestros».

Sus palabras le dieron un poco de sentido al estado en que se encontraba Pólux, y la misteriosa ausencia de Cástor en el lugar.

 

Alzir retrocedió y se paró junto a Mekb y los demás. Desde ahí sólo observaba con calma el panorama en busca de una brecha que les permitiera escapar, pero tras ellos, y sin que nadie lo notara, se había ubicado Miria, la subordinada de Elvashak, cortando así el paso hacia la salida

 

«Mekb: ¿Qué hace la gente de Cancri aquí?» - le preguntó en voz baja al mago.

 

«Alzir: No lo sé bien, pero esto, joven paladín, no es más que un sucio acto de traición».

 

«Alhena: Ah sí, lo había olvidado… Tus queridos señores son inútiles por ahora, ¿o no ves a esta tonta?» - dijo mientras le acariciaba el cabello a Pólux - «Pero en unos minutos podrían pasar a ser tus enemigos, así que puedes entregarme a los niños sin oponer ninguna resistencia, y les puedo garantizar una muerte rápida y tranquila a todos».

 

El aire del lugar empezó a enfriarse, y en un instante todo se sentía como una oscura noche de invierno.

 

«Mekb: Sólo hay una cosa que no puedo tolerar, y es el irrespeto a mi señora» - el vaho que salía por los agujeros de su casco reflejaban la gélida atmósfera que emanaba de su cuerpo.

 

«Alhena: Oh… olvidaba que eras el perrito fald-» - El veloz corte que sufrió el viento estuvo acompañado por un corto silbido que reflejaba la velocidad con la que una larga lanza de hielo había fijado su rumbo directo hacia el rostro de Alhena, pero que ahora sólo estaba clavada en la pared tras ella. En un parpadeo, la humanidad de la sacerdotisa se había transformado en un inmenso bivaque de mariposas blancas y naranjas que volaban con intensidad alrededor de todo el salón. Su perversa risa resonaba entre la infinidad de aleteos, y lentamente todas se reunieron de nuevo en el mismo lugar en que antes estaban, detrás de la silla de Pólux, para darle forma a la bella mujer de capa verde que las controlaba.

 

«Alhena: Parece que mi oferta no ha sido de su total agrado, y en su lugar han elegido sufrir antes de abandonar este mundo» - dijo mientras las mariposas formaban un hermoso báculo plateado que con su brillo anunciaba el inicio de la batalla - «Elvashak, Miria, vayan por los niños… yo me encargo de estos dos…»

 





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VOLUMEN 2: El alba de la guerra